Carl Jung y el trabajo consciente con los mandalas
Las distintas tradiciones místicas del pasado, como el hinduismo, el budismo, los sacerdotes Tibetanos, e incluso en los pueblos nativos de América han utilizado por siglos ciertos símbolos sagrados que permitían lograr un acercamiento espiritual, a lo que hoy denominamos la esencia misma del ser. El mandala entonces, representa en todas las épocas un mapa que permite recorrer un camino interior hacia el centro de la consciencia, sublimando antes las densidades atrapadas, aspecto que desarrollaré en este artículo y video complementario.
¿Qué son los mandalas?
El término mandala tiene su origen en India y su nombre en sánscrito refiere círculo o rueda, ya veremos en este artículo que éste término nos hace referencia a un estado cíclico que es posible trascender en nuestra naturaleza humana.
Estas figuras concéntricas, donde varían las formas y diseños, son representadas con distintos colores. Distintos investigadores consideran que constituyen un vehículo energético y espiritual que favorece la purificación y el equilibrio requerido, para alcanzar la totalidad, por esta razón una vez terminado cada trabajo con un mandala, siempre deben ser destruidos, siguiendo así el mismo principio que la alquimia propone; ¨
solve et coágula¨ en cada círculo virtuoso de sublimación.
Es importante aclarar que el trabajo con los mandalas NO es un juego como muchas veces se promueve, mucho menos un entretenimiento, ya que en el contacto directo con estas figuras en una meditación activa se moviliza mucha energía que impulsa todos los aspectos del Ser multidimensional, permitiendo llegar a niveles muy profundos de la conciencia. Aquí podemos ver algunos mandalas utilizados en las distintas culturas que han seguido ciertos patrones con un fundamento que es clave redescubrir.
Para que se utilizaron en el pasado los mandalas
Los sacerdotes de las distintas tradiciones místicas del pasado, comprendieron que meditar con estas figuras permite generar cierto orden y estructura en procesos propios del psiquismo hacia la totalidad. Es como recorrer un mapa que permite acceder a un nivel superior del ser, es decir cruzar el puente desde el microcomos hacia el macrocosmos, integrando el Alma (dualidad/psiquismo) hacia el Espíritu (unidad/totalidad) pero antes es necesario trabajar en aquellos aspectos densos a sublimar.
Las culturas iniciáticas y escuelas de misterios sabían de la importancia de esta meditación de lo denso a lo sutil, permitiendo que el individuo que mantenga esta práctica sostenida, llegue a su centro. Recordemos que la palabra meditación proviene del término ¨medi-estare¨ que significa literalmente; ¨estar en el medio¨, donde la consciencia experimenta el aquí, el ahora.. y el punto cero, hoy la ciencia comprende que en cruce del spin tiempo-espacio-energía ocurre solo en la conciencia (algo que desarrollo más profundidad en mi segundo libro ¨
Resonando, en mi camino espiritual¨).
Los mandalas siempre fueron un instrumento para dirigir la atención en una meditación activa, donde se moviliza mucha energía emocional y psíquica que permite remover patrones atrapados en el cuerpo físico que generan las respuestas automáticas del ego.
El ser que comienza a despertar de su hipnosis colectiva comenzará a descubrir que ya no necesita los límites del dogma y comienza a interrogar aquellos mandatos aceptados por generaciones, inicia su búsqueda existencial en su interior más allá de las creencias, pero para que esto suceda... deberá acceder a su propio centro, aspecto que el mandala permite recorrer como un espejo o como un GPS espiritual, pero NO deberá saltearse las etapas.
Desde hace siglos, el budismo comprendió que solo desde nuestro centro es posible salir del Samsara o lo que conocemos hoy como la matrix ilusoria, aquel laberinto de las formas proyectadas que nos ata a la rueda karmica.
Carl Jung y el redescubrimiento de los mandalas
Jung estudió los mandalas en las distintas culturas por más de 14 años, descubrió que representan arquetipos colectivos y mediante la práctica de meditar con estas figuras es posible alcanzar tres grandes beneficios; sanar, ordenar y centrarse, siendo los 3 aspectos claves de todo camino iniciático que busca purificar, integrar y unir, logrando de esta manera la totalidad de ser, accediendo a su propia naturaleza divina.
Por otro lado, comprendió que el trabajo con los mandalas en sus pacientes lograban ordenar sus sentimientos desde un caos de emociones e ir vislumbrando el sentido de su propia existencia que reconocerían en el centro mismo del mandala, donde se encuentra el Self o Sí-mismo, como una representación del ser que alcanza la individuación sublimando antes los aspectos densos, habiendo integrado su propia sombra.
En el mandala personal, el cuadrado es el hombre mismo atrapado en las formas que debe ser purificado, transformando aquellas fuerzas negativas en cada meditación, en un profundo proceso de autoconomiento que le permitirá ¨alivianar la densidad¨ así dirigírse hacia el centro... su propio centro.
El genial psiquiatra suizo, también descubrió que la realización de un mandala en el pasado era considerada una meditación activa, al igual que la construcción de los Sólidos Platónicos en la Geometría Sagrada o el trabajo con el Crisol que realizaban los alquimistas en todas las épocas.
Podemos comprender entonces, que el trabajo con estas figuras inicia en el 2D, en una superficie plana al igual que un mapa que permite representar y dirigirse al universo multidimensional del ser, ya que abarca todas las dimensiones; 3D plano físico (el cuadrado) 4D plano mental (el círculo) 5D plano espiritual que corresponde el centro del mandala, que hay que alcanzar en un estado de unidad y en un presente extendido.
Pueden ver en este video la dinámica que se moviliza en el trabajo consciente con los mandalas.
A medida que el trabajo con los mandalas se internaliza, no como una práctica aislada, sino una meditación activa sostenida, el acceso al centro será más fluido, ya que las densidades interrogadas en el cuadrado comenzarán a sublimarse como un auténtico trabajo alquímico de profunda transformación. El centro del mandala, es topológicamente el lugar donde reside nuestra consciencia, el llegar a nuestra esencia espiritual, es la ¨Unión¨ que evocó siempre el yoga, es haber trascendido la ¨Metanoia¨ el ¨ir más allá de la mente¨, enseñanza principal que ha dejado Jesús, cuando anunciaba que ¨Reino de los cielos está en el medio de vosotros¨, ya que solo nuestro desde nuestro centro, es posible iniciar el Camino en Espiral hacia una evolución consciente.
La utilización de los mandalas desde el enfoque del new age
Desde hace algunas décadas las distintas vertientes del new age proponen el trabajo con los mandalas desde lo lúdico, como un juego o como herramienta para calmar la ansiedad o como una manifestación artística e incluso como elemento distractor para que los niños pinten y se diviertan, pero éste no es el verdadero objetivo del trabajo con los mandalas en las distintas culturas originarias, se ha desvirtuado su verdadero sentido.
A simple vista puedes observar que se ha simplificado su diseño, quitando el cuadrado de su forma original, dejando solo el círculo con algunas variaciones de diseño, que permiten colorear como un entretenimiento inofensivo, evitando enfocarse en los aspectos densos del proceso que comprende el cuadrado que es necesario trabajar conscientemente, siendo ésto perjudicial ya que las ¨densidades de la personalidad¨ quedarán atrapadas en el ego que no fue sublimado.
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Saludos
Lecturas |
Bendiciones.
Laura
Saludos,
Rodrigo